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Momento clave para el empleo

21 septiembre, 2018

Momento clave para el empleo

Expansión

Es un hecho que la ralentización de las actividades económicas que han estado detrás de la vigorosa creación de empleo, que hemos visto desde 2013, han trasladado su agotamiento al mercado de trabajo: turismo, distribución comercial y logística.   Estamos ante un cambio de rasante que obliga a conocer el terreno que pisamos, el que está por venir y también el camino que hemos dejado atrás. De hecho, en este momento, no sabemos si estamos llegando a una llanura, si vamos a iniciar un suave descenso o si éste se va a acentuar un poco más adelante.

En estos años, el mercado de trabajo español ha tenido un comportamiento muy robusto – al frente de la creación de empleo en Europa – con un comportamiento desconocido hasta ese momento: El manual nos decía que la economía tenía que crecer por encima del 1,5% para reflejarse en el empleo.  Sin duda, la introducción masiva de las nuevas tecnologías, la pujanza del sector exterior, las nuevas formas de trabajo y los cambios en el modelo de contratación son determinantes para explicar esta respuesta tan rápida, en términos de ocupación, a los incrementos del PIB.  También hay que decir, que una de las características clásicas de nuestro mercado de trabajo es su alta volatilidad: la facilidad para crecer por encima de la media de los países de nuestro entorno en los períodos de bonanza pero, por contra, destruir empleo con gran celeridad ante cualquier signo de desaceleración o de pérdida de confianza. Esta característica nos da la primera pista para determinar algunos cambios que pueden resultar decisivos para afrontar el futuro del empleo.

No cabe duda asimismo de que, aunque no se han recuperado todavía  el número de personas ocupadas en 2008 (20,5 millones) y tenemos un millón más de desempleados, la recuperación ha sido notable y estas mejoras cuantitativas se han visto acompañadas de cambios cualitativos: ampliación constante de la jornada trabajada, conversión del 40% de contratos temporales en indefinidos y, como empezamos a ver, recuperación de los salarios; pero estos datos también hay que tenerlos en cuenta para elegir una estrategia que necesariamente, tendrá que ser integral.  Es decir, por seguir con el símil del automóvil que se enfrenta a un cambio de rasante: la situación nos obliga a conducir con las luces cortas – mirando a las inmediatas necesidades de capital humano que tienen las empresas que siguen creando empleo, junto con un marco legal que lo favorezca y unos mecanismos de intermediación ágiles y eficaces -; nos obliga también a encender las luces largas que nos permitirán que los trabajadores ocupados puedan ir adaptándose a los cambios que impondrán las futuras necesidades derivadas de las demandas de bienes y servicios de personas y empresas – en forma de formación y facilidades para cambiar de empleo y de profesión – y, finalmente, tendremos que conducir mirando el retrovisor: porque tener 3,5 millones de desempleados, que además, han ido adquiriendo la preocupante consideración de parados de larga duración y que, para mayor preocupación, han visto deteriorarse sus habilidades y competencias profesionales a medida que se distancian de su última experiencia laboral y también están perdiendo, con mayor rapidez, el derecho a percibir prestaciones, es una “mochila” que no es el mejor equipaje para encarar cualesquiera cambios.

Entonces, ¿debemos preocuparnos? ¿Hay espacio para ser moderadamente optimistas?

Absolutamente. Ambas cosas. Debemos preocuparnos porque no se han hecho los deberes y la capacitación de los trabajadores actuales y futuros no se ha acometido. Por no hacerse, no se ha hecho una prospectiva fiable y una detección de necesidades ocupacionales a medio plazo. Sin esto y una buena diagnosis de los candidatos, no es posible reprogramar con criterios prácticos la formación para el empleo y disponer de trabajadores con las habilidades y competencias que más se están demandando.  No es un secreto que venimos experimentando una creciente dificultad para cubrir vacantes que requieren conocimientos digitales, habilidades interpersonales, dotes de comunicación, resolución de conflictos, orientación al cliente, trabajo en equipo, capacidad de adaptación. No se trata únicamente de puestos de trabajo con conocimientos especializados en TIC, ingenierías o big data. Hay empresas que están retrasando proyectos o limitando su expansión porque les cuesta acceder a profesionales polivalentes con cualificación media o alta.

A esto hay que sumar la necesidad de sumar esfuerzos, recursos y experiencias públicas y privados para facilitar la movilidad y ofrecer oportunidades de trabajo a jóvenes, mayores de 45 años y a todos aquellos de desean, necesitan y merecen poder cambiar de empleo y ampliar sus expectativas profesionales.

En estas dos cuestiones hay que decir que el sector privado del empleo, las empresas de selección, las Empresas de Trabajo Temporal, las agencias de empleo, están resultando efectivas para ayudar a candidatos y a empresas. No tan sólo ofrecen una canalización legal a la contratación temporal que necesitan las empresas y nuestra economía con todas las garantías laborales y salariales, sino que están detrás de la más eficaz puerta de entrada al empleo y mejora de empleabilidad para personas que han quedado excluidas del mercado o necesitan reincorporarse a la rueda del empleo. (el 32,9% de las personas que acceden a empleo a través de una ETT acaban quedándose en la empresa).  Es una muestra de que la flexibilidad no está reñida con el empleo digno y la mejora de su calidad ahora que el Gobierno, con el Plan Director, está actuando sobre la precariedad de la contratación ilegal, el empleo no declarado y la economía sumergida.

Y, por supuesto, hay motivos para permanecer en la ilusión y el optimismo: porque las previsiones mantienen crecimientos aceptables del empleo para 2018 (2,2%) y 2019 (1,9%) y también porque los cambios que necesariamente tendrán que abordar sectores como el turismo, la logística o la distribución comercial y una parte de la industria manufacturera, pueden conducirnos a un escenario de estabilidad, mayor productividad y mayor competitividad a través de un mercado de trabajo más inclusivo, dinámico y eficiente.

 

Andreu Cruañas

Presidente de ASEMPLEO

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